NUTRICIONALMENTE HABLANDO | |||||
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Editorial
Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPCL) son nutrientes considerados críticos para la formación del cerebro y participan en procesos fisiológicos y estructurales. Existen dos grandes grupos de AGPCL, los omega-3 y omega-6, los cuales son esenciales para el ser humano, lo que implica que deben ser aportados a través de su alimentación. Especialmente, los AGPICL de la serie omega-3, donde el ácido graso α-linolénico (C18:3) es su precursor y que, a través de una serie de reacciones enzimáticas, se transformará en ácido eicosapentaenoico (C20:5, EPA) y, posteriormente, en el ácido docosahexaenoico (C22:6, DHA). Es así como el DHA en el cerebro representa el 93% de los ácidos grasos omega-3. Es un ácido graso clave para la fluidez de la membrana neuronal, precursor de metabolitos, modulación del sistema nervioso, diferenciación y crecimiento neuronal (3). Las principales fuentes alimentarias de los omega-3 (EPA + DHA) son los pescados con elevado contenido de grasa, que incluye al atún, sardina, jurel, salmón, arenque, trucha y caballa; mientras que el ácido alfa-linolénico (C18:3n-3, ALA), acido graso esencial y precursor de los AGPICL, se encuentra en las semillas de chía, linaza, nueces y los aceites de soya, canola y linaza (1,2). Durante el tercer trimestre de gestación y hasta los 2 años de vida es donde se produce la mayor acumulación del DHA en el cerebro. Para satisfacer la necesidad de DHA del feto se requiere de la ingesta alimentaria de la madre. Según la recomendación de la Guía Perinatal del Ministerio de Salud de nuestro país y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta ingesta debe ser entre 200-300 mg al día. Durante la vida fetal, el paso del DHA al feto se realiza a través de la placenta, mediante proteínas especializadas en el transporte de los ácidos grasos poliinsaturados. Luego del nacimiento, el paso al lactante se realiza a través de la glándula mamaria por la leche materna. Se ha demostrado que el DHA de la dieta favorece una mayor incorporación al cerebro, manteniendo sus concentraciones. Del mismo modo, estudios muestran que el contenido de DHA en la corteza cerebral es un 25% mayor en niños/as que fueron amamantados con leche materna vs. los que recibieron una fórmula láctea comercial (3,4).
Dentro de los beneficios del DHA en la función cognitiva, se ha evidenciado que este nutriente se relaciona con un mejor rendimiento y resolución de problemas, habilidades personales y sociales durante la infancia (5). Además, un adecuado consumo de DHA materno se relaciona positivamente con el rendimiento de los niños en pruebas del lenguaje y la memoria a corto plazo (6), mejora significativamente las puntuaciones en la comunicación en los bebés de 4 meses (7) y posee un efecto positivo sobre la atención y memoria en los lactantes entre los 24 y 36 meses. Finalmente, un mayor contenido de DHA en la sangre materna durante el embarazo se relaciona significativamente con puntuaciones del cociente intelectual verbal en niños a los 5 y 6 años (8). Considerando los beneficios del consumo de DHA por parte de las gestantes, en Chile, su consumo representa menos del 30% de la recomendación internacional. A pesar de poseer una extensa costa, el consumo per cápita de pescado (12 kilos/año) sigue siendo bajo en relación a otros países. Por último, el consumo de leche purita mamá, bebida láctea para embarazadas y nodrizas, fortificada con vitaminas, minerales y adición de ácidos grasos poliinsaturados, DHA y EPA, está por debajo de lo esperado. En base a los antecedentes, parece relevante que las mujeres embarazadas y nodrizas logren una alimentación equilibrada y nutritiva, con un adecuado consumo de DHA especialmente a partir de los alimentos de la dieta o a través de una óptima suplementación, logrando así su recomendación. En síntesis, el DHA es fundamental para el cerebro, un adecuado consumo de este ácido graso durante los periodos de embarazo y lactancia puede beneficiar el potencial de desarrollo neurocognitivo de los niños y niñas a largo plazo.
Referencias bibliográficas
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