NUTRICIONALMENTE HABLANDO | |||
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Editorial
Por Karla A. Bascuñán Sentir algún tipo de malestar gastrointestinal es mucho más común de lo que se cree. Una porción no despreciable de la población en Chile (cerca del 29%) dice sufrir o haber sufrido de alguna intolerancia alimentaria a lo largo de la vida (1). El capítulo de intolerancias alimentarias es extenso e involucra varias entidades que tienen en común afectar principalmente al sistema digestivo (2), con síntomas como dolor abdominal, meteorismo, diarrea entre otros. Sin embargo, es importante decir que en las últimas décadas los síntomas extradigestivos, como las manifestaciones neurológicas asociadas al consumo de gluten han cobrado relevancia y complejiza llegar rápidamente al diagnóstico y a un pronto tratamiento. Los principales gatillantes, como su nombre lo advierte, son los alimentos, los cuales pueden provocar al sistema inmune del individuo como en el caso de la Enfermedad Celíaca y la Alergia Alimentaria, o bien puede responder a un manejo deficiente en término de digestión de componentes alimentarios; en este último caso, la intolerancia a la lactosa o a los FODMAP (del inglés Fermentable Oligo-Di-Monosaccharides and Polyols) representan un buen ejemplo. Lo positivo y particular del tratamiento de las intolerancias alimentarias es que se fundamenta principalmente en el uso de una dieta restrictiva que disminuya o evite el alimento o componente alimentario involucrado en la reacción. El concepto a simple vista es muy sencillo, sin embargo, el proceso de alimentarse es complejo e involucra además de aspectos biológicos como nutrirse, otros aspectos que tienen que ver con la convivencia y el relacionarse con otros; esto puede afectar, sin duda, la calidad de vida de las personas que padecen estas condiciones.
Seguir una dieta restrictiva es un gran desafío para los pacientes, dentro de estas se pueden mencionar la Dieta Libre de Gluten (3), la Dieta con Bajo Contenido de FODMAP (4) y la Dieta de Eliminación de Alérgenos (5), todos tratamientos efectivos y utilizados en la actualidad para el manejo de las intolerancias alimentarias. La complejidad de dichas dietas radica en que en cada una de ellas hay que ejecutar protocolos de instauración que requieren de la supervisión de profesionales del área de la nutrición para ser exitosos. Estos aspectos involucran contención frente al desafío, educación como herramienta fundamental y manejo técnico disciplinar para la creación de un plan de alimentación adecuado a cada paciente. Es decir, cada paciente en su individualidad requiere una ingesta precisa de energía, proteínas, lípidos y carbohidratos, lo mismo ocurre con los minerales y vitaminas. Organizar una alimentación restrictiva, suficiente y variada es el gran desafío. La implementación de una dieta restrictiva sin instrucción profesional frecuentemente se traduce en una dieta deficiente y monótona, que puede afectar claramente la adherencia y, por tanto, el tratamiento de la patología. En palabras simples, el tratamiento de elección podría transformarse en una complicación que termine afectando la salud general de las personas afectadas. Por lo tanto, la recomendación es siempre contar con el diagnóstico de la intolerancia alimentaria para a continuación asesorarse con un profesional del área de la nutrición que diseñe e implemente el tratamiento nutricional de manera óptima para manejar el desorden digestivo en cuestión. Referencias
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